El talco se ha utilizado en productos de belleza desde que la humanidad comenzó a fabricarlos. También se ha utilizado en todo, desde guantes desechables de uso médico hasta condones y diafragmas. Sin embargo, históricamente no siempre ha sido la opción más segura. El talco industrial puede contener amianto y aluminio. ¡Pero el talco de uso cosmético actual es una historia completamente diferente!
Seguridad del talco
El bueno
Es un ingrediente muy estable que evita que se apelmace, absorbe la humedad, mejora la textura y matifica. La estabilidad es importante para la seguridad del talco. Muchas alternativas al talco pueden provocar alergias , causar reacciones cutáneas o estropearse.
En Estados Unidos, el talco cosmético también se muele de forma que sea una “partícula no respirable” , lo que significa que el riesgo de inhalación es extremadamente bajo. El EWG también lo clasifica como “bajo” en términos de su peligrosidad general.
¿Y entonces a qué se debe todo este alboroto?
El malo
Bueno, como se mencionó anteriormente, el talco de grado cosmético no contiene amianto y, al menos en los EE. UU., se muele para que no sea respirable. Pero ¿qué pasa con el talco industrial?
El talco industrial tiene una alta probabilidad de contener amianto. Como todos sabemos, el amianto es un carcinógeno. También es extremadamente dañino. Por ello, la FDA considera “inaceptable que el talco cosmético esté contaminado con amianto” .
El feo
Los estudios sobre la seguridad del talco siguen en curso. Hay pequeños estudios que han llegado a la conclusión indirecta de que el talco puede tener un impacto en las tasas de cáncer. Hay otros tantos estudios que dicen lo contrario. El talco de grado cosmético es perfectamente seguro según esos estudios. Luego están aquellos que no son concluyentes. La Sociedad Estadounidense del Cáncer tiene todos estos en cuenta y, en este punto, ha declarado que "hay muy poca evidencia en este momento de que cualquier otra forma de cáncer esté relacionada con el uso de talco por parte de los consumidores" .
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